Sunday 20 December 2009

"Mis amigos escritores me aseguran...

...que hacer este blog es hacer política"

Por Ángel Santiesteban, La Habana


[Ángel Santiesteban (n. 1966, La Habana), narrador, cineasta (en paro forzoso) y bloguero abicueril. Mención en el género de cuento del concurso Juan Rulfo 1989. En el 95, gana el premio de la UNEAC con un libro de cuentos que, sin embargo, permanece inédito en la Isla hasta el 98. Un año después se alza con el premio "César Galeano", del Centro Literario Onelio Jorge Cardoso. Y en 2001 se adjudica el codiciado "Alejo Carpentier", del Instituto Cubano del Libro. Cinco años más tarde su antología Dichosos los que lloran sería la elección del jurado de Casa de las Américas. Sus cuentos han sido publicados en cerca de veinte países. Entre ellos, México, Colombia, Portugal, Italia, España, Suiza, Inglaterra, Francia, Canadá, Estados Unidos y China. Su bitácora Los hijos que nadie quiso acaba de romper amarras espinosas con Cubaencuentro para apalencarse en la blogósfera liberal. ¡Post antológico éste! A la vez, un homenaje del titular al periodismo realmente independiente. No se lo pierda...]

MIS AMIGOS ESCRITORES me aseguran que hacer este blog es hacer política, que debo mantenerme en mi literatura, esa es la manera de defenderla, de continuar publicando en mi país, sobrevivir con el estatus de escritor. Que andar metido en internet es una forma de irme a la manigua, evadir, ser ilegal, libre albedrío, convertirme en cimarrón.

Mis amigos creadores piensan que hacer público lo que se piensa, es meterse en política. Aseguran que mis libros denuncian más que un partido político en la oposición. Que ante todo debo pensar en mi obra, luego en los lectores, en la cultura, en mí.

Mis amigos literatos me crean contradicciones: no quiero hacer política. Lo que más deseo es defender mi literatura. ¿Pero cómo amordazo mi boca?... ¿Callar el grito espontáneo? Si cuento es porque mis historias se escriben solas, saltan ante mí, independientes, y a veces se burlan de mi desamparo. Tampoco les pido que agradezcan. Sólo cumplo con ponerlas ahí, servir de escribano, darles “vida” a ellas que existieron siempre, una especie de Geppetto* que forja, a puro golpe de emoción, los personajes de una realidad sumergida en el secreto.



Mis amigos letrados reciben publicidad y sus libros se reeditan. Conforman jurados de concursos que jamás ganaron. Aplauden cuando las cámaras del noticiero se acercan. Viajan a Ferias del Libro en países distantes, plazas culturales que sueño visitar, pero en pago no podría dar más que mi honestidad creativa.

Mis amigos eruditos dicen que no puedo quejarme, que a pesar de mi literatura contestataria, he tenido más oportunidades que ellos si lo hubieran intentado en su tiempo. Que a cambio debo callar, soportar que me marginen y demostrar en todo momento mi agradecimiento al espacio que habito, y a su bondad de no reprimirme. Así hasta podría engañarlos, me dicen, clamar perdón por mi literatura, una especie de complicidad entre funcionario y escritor. Facilitarles su trabajo, pienso.

Mis amigos instruidos quieren que adopte una actitud cínica, es su manera de protegerme, así han hecho ellos para cuidar su propia existencia. Pero por mucho que les explico que incursionar en el blog es una manera de continuar mi función como espectador y escritor, ellos no pueden entenderlo. Me lanzan una mirada de “allá tú, después no te quejes cuando te enseñen los instrumentos”. [Foto: Espinario, 200 a.C. Escultor desconocido, Palacio de los Conservadores de Roma.]

Mis amigos ilustrados son admirados por mí: no poseo la capacidad que ellos tienen para callar. No tengo su resistencia de soportar el silencio. No disfruto cuando tiran sus migajas de pan ni el pan completo. A veces los envidio, porque sólo yo sé las prebendas que rechazo, y a cambio todos los desprecios que recibo.

Mis amigos pensadores deberían aceptarme como yo los acepto a ellos...


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* Geppetto, personaje ficticio que,
a partir de un trozo de madera parlante, talla al protagnista de la fábula infantil Las aventuras de Pinocho (1881), del italiano Carlo Colli.

9 comments:

Cristina García said...

Algo así, aunque no tan ñoño, deberían decir más de tres "sutiles y almidonados" que conozco.
Nunca afirmo algo como ésto; pero yo podría firmar, casi, lo que escribió Angel Santiesteban.
Lo distinto es que yo no envidio a los que tuvieron menos difícil su camino porque son menos valientes. A esos los desprecio.
Yo soy feliz porque no debo a nadie mi libertad y nadie me la paga.
Claro, yo no vivo dentro de Cuba. Ojalá Ángel pueda salir (si lo desea, cosa que no creo) y entonces veremos...
Me gusta mucho ese cubano tan poco melindroso para describir a sus correligionarios.
Gracias, Pomar.

Anonymous said...

100% de la opinión de Cristina. Soy cubano y a mí tampoco nadie "me paga" la libertad que disfruto a plenitud desde la estrechez de mis autofinanciadas posibilidades. Muy buen blog. soy lector asiduo aunque no comente.

Alberto

Reflexiones de Chocolatico Pérez said...

Muy bien por este Abicú que está adentro, a qué Generación pertenece?
Da igual, el dilema es el mismo, ser sincero con uno mismo o callar, atacar con la verdad o hacerse el sueco, llegado el momento vivir o morir. Por eso no tenemos derecho a juzgar a nadie por la actitud que en semejante situación asume frente a "sus amigos escritores", frente al "Sistema".

Anonymous said...

En 2003, la Unión de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC) convocó a un concurso de proyectos para el Centro de Estudios Che Guevara, resultando ganadora la propuesta del equipo dirigido por José Antonio Choy y Julia León, junto a sus colaboradores Adriana Choy, Antonio Villar y Alexis Silva. La obra, construida entre 2004 y 2007, y financiada con fondos oficiales y contribuciones internacionales, fue distinguida con la Mención de Honor en la categoría “Arquitectura cívica”, en la VI Bienal de Arquitectura de la Federación Caribeña de Asociaciones de Arquitectos (FCAA), celebrada en Willemstad, Curazao, en 2007. Como antecedente de esta sede, ya en 1984 se había habilitado el archivo personal de Ernesto Guevara a los investigadores interesados en sus trabajos científicos, ideológicos y autobiográficos. Este archivo, al cuidado de su viuda Aleida March, funcionaba en la casa que el Che habitara entre 1962 y marzo de 1965, fecha en la que parte hacia el Congo; esta se sitúa en la calle 47 entre Conill y Tulipán, en el barrio de Nuevo Vedado.

http://arquitectura-cuba.blogspot.com/search?updated-max=2009-08-06T01%3A35%3A00-07%3A00&max-results=7

Anonymous said...

Centro de Estudios Che Guevara (CEChG) se ubica exactamente calle por medio de la casa del Che. Bajo la dirección científica de la socióloga María del Carmen Ariet, esta entidad se propone conservar el archivo, desarrollar y promover las investigaciones sobre el pensamiento, la vida y la obra del Che, e impulsar los proyectos que en ese campo se produzcan en el ámbito nacional e internacional. Otra meta ambiciosa del Centro es la de recuperar, sistematizar y publicar toda la obra de Guevara, pues la inédita es mayor que la editada. (Textos que van desde su primera juventud hasta su asesinato en Bolivia). A su vez, se lo ha concebido como museo biográfico, centro cultural del barrio y espacio de actividades artísticas alternativas.

Los relatos de Maurice Sparks said...

Un nuevo relato:

http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2009/12/ana-la-jefa-nueva.html

Gracias.

Anonymous said...

Me quito el sombrero. Gracias, Nic

Cristina García said...

El problema no es tanto qué actitud asume el escritor, pintor, bailarín, músico o lo que sea, como la imagen que de sí mismo nos tratan de vender.
Yo no juzgo a los cobardes. Ellos sabrán por qué lo son, en el mejor de los casos.
Yo juzgo, y con rigor, además, a los que no son coherentes con sus prédicas; a los que venden su pluma al mejor postor; a los que disfrazan su cobardía de "anticomunismo" mentiroso, buenista y ramplón; a los que se quieren erigir en los luchadores por la libertad de Cuba por antonomasia; a los, que teniendo algún talento, prefieren pasar por "buenos" antes que por "honestos".
Esos no merecen el respeto de nadie, ni siquiera si escriben, pintan, actúan, bailan, cantan o comen frutas con primor.
La esencia del político mediocre se solapa admirablemente con esta horda de "intelectuales cubanos" que sufrimos los que convivimos en el exilio con el resultado de la producción en serie de "artistas" del patio.
Los buenos artistas que deciden hacer política deberían aceptar que nunca serán artistas mientras sean políticos. Alguien como Vargas Llosa será recordado tanto por mediocre político como por buen escritor. El que no quiera para sí tan lánguido destino que se dedique a su arte. El que tenga el valor de ser político, que asuma su papel hasta el final, sin lloraderas de colegiala, cuando los ingratos hombres no lo veneren como a Dios.
Saludos.

Anonymous said...

que paso con el post ?
?
Lo sacaste del aire?
Embabia Pérez