Wednesday 25 February 2009

Pasta de dientes con fluor y precios saltarines

La buena perla
Por Miriam Celaya, Centro Habana


[Tomado de sinEVAsión, 24-02-2009]

El sábado pasado, 21 de febrero, una nota de Granma anunciaba “mejoras en los productos de aseo”. Para aquellos lectores ajenos a la cotidianidad insular, llámanse aquí “productos de aseo” a los asignados por la cartilla de racionamiento para tales fines, a saber, pasta dental (marca “Perla”), jabón de baño (“Nácar”) –nótese la recurrente evocación marina- y de lavar (“Batey”, quizás en memoria de la tradicional “batea” donde lavaron la ropa nuestras abuelas). Como dato adicional debe tenerse en cuenta que dichos productos no se distribuyen con una regularidad mensual, como ocurre con algunos renglones alimenticios.

La crema dental, por ejemplo, “no llegó” el pasado mes de enero; en tanto los jabones de baño y de lavar se alternan: si “te toca” jabón de baño este mes, el próximo “te toca” jabón de lavar… O simplemente pasan dos meses sin que “te toquen” ninguno de los dos. Para los administradores de la miseria, lavar la ropa sustituye el aseo del cuerpo, y viceversa. De cualquier manera, tal anuncio en el periódico más oficial de todos demuestra al menos dos cosas: 1) que Cuba es probablemente el único país del mundo donde la crema dental constituye noticia y 2) que hasta hoy los cubanos se han estado frotando dientes y encías con un mejunje desconocido entre cuyos componentes no se incluía el flúor.

Huelga decir que, ante la proverbial insuficiencia de los llamados subsidios del gobierno y como la distribución de la pobreza equivale en definitiva a más miseria para todos, siempre se hace necesario acudir a las tiendas de CUC (“shopin”, como se dice aquí en cubano) incluso para cubrir los requerimientos higiénicos más elementales de la familia.

El caso es que las anunciadas mejoras de los productos de aseo “encartillados” no dejan de sorprenderme: después de décadas de higiene bucal socialista nos hemos enterado de la próxima inclusión, a partir del mes de abril, de flúor en la pasta de dientes y de que en el segundo semestre de este propio año “se acentuará el sabor mentolado” de la misma. Comenté jocosamente el anuncio con una familiar cercana, quien rió de buena gana mostrando con toda amplitud su prótesis dental y al menos una docena de obturaciones.

La mala calidad de los servicios estomatológicos, por su parte, debido tanto a la carencia de buenos productos con qué reparar las piezas dañadas como al deterioro del equipamiento técnico de las clínicas “especializadas”, es el complemento perfecto de la deplorable dentadura de muchos cubanos, un mal de vieja data que afectó sobre todo a las generaciones que crecieron durante los años 60 y 70, directamente perjudicadas por la falta de lácteos (la cartilla de racionamiento solo garantiza la leche a los niños hasta los siete años) y por la mala calidad de la crema dental “Perla”, única opción higiénica de aquella época.

El casi divertido anuncio del periódico me ha hecho recordar a un individuo que conocí en los años 80 y que, debido a la enorme cantidad de caries dentales que exhibía, había recibido el mote de “Pomorín”, que era, nada menos, la marca de una crema dental procedente de nuestro comercio con el fenecido Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), de los países socialistas de Europa del Este. Cierto que Pomorín era una crema dental con un sabor horrible, pero en justicia hay que reconocer que al menos contenía flúor.

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Los precios saltarines

Por Miriam Celaya, Centro Habana

[Tomado de sinEVAsión, 24-02-2009]

La política de precios en Cuba ha constituido siempre, al menos para mí, un verdadero enigma. Si bien algunas “alzas” han merecido siquiera alguna justificación oficial (aunque no “explicación”, si se me permite la sutileza) divulgada por los medios solo unas horas antes de aplicarla o simplemente con posterioridad a los hechos, lo cierto es que muchas veces los precios se disparan sin que sepamos a ciencia cierta a qué se debe el siempre enorme incremento porcentual.

Los analistas y planificadores de la economía y el comercio dentro de la Isla parecen haber descubierto últimamente un curioso sistema para multiplicar el precio de todo, que consiste en evitar los paquetes de gravámenes sobre amplios grupos de productos y seleccionar de forma aislada éste o aquél, siempre entre los que gozan de gran demanda, para prevenir alguna reacción de malestar por parte de los consumidores. Es, digámoslo en cubano, una auténtica “cañona con vaselina”.

Es así que las alzas se presentan con una frecuencia tal que la media de la población asume como cosa natural un crecimiento de precios de hasta un 100 % o más. El transporte de la capital, por ejemplo, parece haber dado dos saltos: uno en calidad, al sustituir los horrendos “camellos” por los estéticos y confortables ómnibus articulados, con un mejoramiento también del servicio; otro en los precios, que han subido al doble.

Y así ocurre con ciertos productos de los que se comercializan en CUC que parecen burlar tanto las expectativas de los compradores como las unidades de peso. Otro ejemplo muy ilustrativo: si se me ocurre comprar un pollo entero congelado a 1.75 CUC el kilogramo y el envase plástico informa que ese pollo pesa 1 Kg, ¿por qué es preciso pesarlo en la caja registradora en el momento de pagarlo y abonar entonces alrededor de 4 CUC? ¿Pesaba o no 1 Kg? ¿Es que los pollos congelados que se importan aumentan de peso en el proceso de transporte desde el país de procedencia? Algo similar ocurre con el picadillo de res.

Otros productos han sufrido más recientemente, sin previo ni posterior aviso, alzas similares. El jabón Candado pasó súbitamente de 0.40 a 0.80 CUC la unidad, e igualmente el jabón de baño Four Season, de producción nacional y de amplia demanda, pasó de 0.40 a 0.55 CUC.

El caso más reciente que he vivido es el de la mantequilla de maní, uno de los productos que comenzaron a importarse desde Estados Unidos en virtud de los acuerdos comerciales que han permitido la entrada de variados alimentos desde ese país. La mantequilla de maní había sido hasta entonces una lejana referencia que solo se veía en las películas; gracias al comercio con el vecino del norte, sin embargo, comenzó a ser parte de la realidad del cubano, al menos del que tiene acceso a esa moneda.

Incluso era una realidad más atractiva que la tradicional mantequilla de leche vacuna, toda vez que resultaba mucho más económica, nutritiva y sana que aquella: un pote de mantequilla de maní, marca Red & White, de 18 onzas de contenido en volumen (1 libra y 2 onzas de peso: 510 gramos), costaba 1.60 CUC, mientras 250 gramos de mantequilla de producción nacional, marca Galaxia, de escasa calidad y menor rendimiento, cuesta 1.85 CUC, aunque esta última también costaba hasta hace poco 40 centavos menos.

Sin dudas, la mantequilla de maní ganó pronto una cantidad de adeptos tal que desaparecía rápidamente de los estantes de los comercios. Sin embargo (y sin explicación alguna) la semana pasada, después de muchos días de búsqueda sin encontrar, descubrí en un estante del CUPET de Tropicana (Ave. 41 entre 72 y 72-a, Municipio Playa) el ya familiar pote de mantequilla de maní, solo que al ir a comprarlo resultó que ya no costaba 1.60 sino 2.95 CUC. El mismo envase, el mismo producto y de la misma marca. Lo más inquietante de todo este misterio es que el Ministro de Finanzas y Precios no dice nada, pero la gente que sufre las consecuencias, tampoco.

4 comments:

dallmars said...

Querida amiga: Te escribo desde Florencio Varela, Buenos Aires Argentina. Te cuento que soy un asiduo lector de las páginas de Cuba, y tengo un blog en el que hablé de ustedes varias veces. Ciertamente, la cotidianeidad de ustedes bajo las botas del régimen me suena incómoda, y admiro a los que de algún modo manifiestan sus quejas. Para comprenderlo hay que vivirlo. Por éso y unso cuantos motivos más, mi idealismo dió un vuelco desde ser un militante de las ideas de izquierda a ser un activista en favor de la libertad. Todas las utopías se fueron de mis conceptos. Considero que el destino que le dieron los jerarcas de las revoluciones a sus pueblos es tán trágicas como las situaciones de las que emergieron. Vaya en éste mensaje mi solidaridad para con ustedes y sepan que desde aquí estoy y estaré siempre de su lado. Si pùedes, mándame un mail a dallmars@yahoo.com.ar, dallmars@hotmail.com o dallmarsster@gmail.com . O en su defecto visitga mi blog y dej algún comentario.
http://www.historiasdelacalleciega.blogspot.com

un beso y hasta siempre!

Iskan el Cubano said...

Je, je, esos pollos relativistas…

Yo los conocí cuando aun vivía allende la isla. Resulta que los recibían en su peso original en las carnicerías. Inmediatamente eran sumergidos en agua y, una vez saturados, se congelaban overnight. Al dia siguiente eran vendidos, aumentado su peso específico por el hielo y, de esa manera, en sólo una noche, 500 kg de pollo se convertían en una tonelada.

Es probable que esa práctica plebeya se le siga aplicando a los aristocráticos pollos CUC y por eso hay que pesarlos de nuevo…

Anonymous said...

Separarme de la familia fue difícil, impensable, remoto, hasta aquél día que publicaron en Juventud Rebelde el alza de los precios de los productos de primera necesidad. Convocaron entonces a una marcha en el protestódromo para alegar contra el gobierno del país del norte, porque ellos con su política abusiva habían provocado tal subida de precios, lo cual estaba completamente justificado y era una necesidad primordial para mantener las conquistas de la Revolución. Aún conociendo los verdaderos motivos por lo que la gente asiste a las tribunas, me decepcionó sobremanera ver la masa compacta con banderitas cubanas que llenaba el malecón habanero. Creo que además de todos nuestros primeros lugares en diferentes sectores, también somos el primer pueblo del mundo que, no sólo callamos cuando nos la meten, sino que aplaudimos y gozamos con el metedor. Ese día comencé a pedirle a familiares y amigos en el exterior dinero, no para paliar mis necesidades más íntimas, sino para largarme lo más pronto posible de la asquerosidad en la que se había convertido mi querido país. Igual me sorprendió que mi madre, tan apegada a mi como yo a ella, me diera luz verde y me regañara por haberme demorado tanto en tomar tal decisión.
Saludos desde bien bien bien lejos!!

Anonymous said...

ummmmm.... díganme!!!!!!!! a mi aun lo estoy viviendo, y con las esperanzas perdidas, dios no me ha ayudado a dejar esto.No puedo creer que aqui sea el final. ¡¡¡¡ Ayúdame Dios mio!!!!!