Friday 13 June 2008

Impresiones abicueriles I

¿Qué hay de común entre la "obamomanía" eurooccidental, el No irlandés de hoy al Tratado de Lisboa y las sanciones comunitarias a La Habana?

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Apuesto a que los más sagaces ya lo saben, pero aquí va la respuesta para los menos asociativos:
los tres temas son sofismas, planteamientos basados en puras falsedades. Empecemos por Barack Hussein Obama. El supuesto change con ese mulato como inquilino de la Casa Blanca me trae a la mente una muy cacareada mejora de la composición racial del Partido Único en la Isla a mediados de, si mal no recuerdo, la década de los 80.

Por entonces negros y mulatos, que no habían sobresalido en las escaramuzas contra el Batistato, estaban poniendo el grueso de los combatientes internacionalistas pasados a mejor vida en África. Ante la evidencia visual de que la "pinta" (negros) brillaba casi por su ausencia en el organigrama del PCC, preocupado a su manera, el secretario general (Fidel Castro) en persona lanzó la iniciativa de colorearlo un poco.

Pooco después Granma publicaba las fotos en formato mayor de una pareja mixta de circunspectos (parecían sacados de un folleto del Ejército de Salvación o Testigos de Jehová) nichardos, ampliamente populares en el patio de su casa. Fidel Castro los había designado a dedo para engrosar el Secretariado del Partido, el órgano más anodino de esa organización selectiva.

Paralelamente, deportistas negros de alto rendimiento, como el pugilista semianalfaburro Teófilo Stevenson, salpicaban de manchas oscuras la dudosa albura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Molesto por esa reducción de la negrura al color de la piel, el Abicú --a la sazón portador de carné escarlata a nula honra postfactual--, metió bulla en su núcleo de la Editorial Arte y Literatura.

De esta guisa: si, habiendo tantos negros cultos formados por la revolución, aquellos troncos de yuca eran los elegidos para mejorar la tal composición racial, por su parte él prefería seguirse haciendo malrepresentar por militantes y diputados blancos. Lo mismo me sucede hoy con Obama. Propiamente, no es afronorteamericano en ningún sentido supracromático; pertenece a la clase media negra alta; sabe tanto lo que quiere en política como Stevenson; lingüísticamente, recuerda a esos niños prodigios de la oratoria que, para asombro de los adultos, repiten como cotorras los lugares comunes del habla en su entorno; y sobre cambian de discurso al son de los aplausos del auditorio, que en su caso es el de la retroprogresía, la plutocracia caviar y el evanglismo mesiánico.

El entusiasmo Allá por los años 80, cuando el Abicú fungía como ideólogo de la editorial Arte y Literatura, portaba carné escarlata y estaba en el apogeo de su carrera administrativa en el Palacio del Segundo Cabo

Excelente análisis. Pero nada en la historia de Estados Unidos autoriza a establecer divisorias entre republicanos y demócratas en cuanto a la fe. Y el mesianismo, fuerte en las sectas evangélicas, no tiene tradición política en ese país.

En efecto, la apoteosis de Obama --a pesar de monumentales errores imperdonables en un candidato blanco-- remite a motivos religiosos. Pero se trata, como bien señala Knox, de una neoreligión laica cuyos fieles pertenecen a las clases medias y altas (funcionariado, medios de difusión, universidades, farándula, etc.).

Toda esos burgueses, que hace poco se alejó de de sus iglesias sin haberse sacudido los mitos del cristianismo, forman la base electoral de Obama. Alrededor de ese núcleo gira también cierto racismo negro afín fuerte en los guetos urbanos y en ese sector de la clase media negra del que proviene el indecente pastor de los Obama.

Finalmente, tres observaciones: (1) El culto a Obama es un fenómeno de masas típicamente retroprogre, o sea, posmoderno, irracional. De ahí su inmunidad al desencanto y la rectificación de errores. (2) La "obamomanía" es mucho más fuerte en el resto del mundo, especialmente aquí en Europa Occidental

¿Promotor de cambios o pato cojo en la Casa Blanca?




Me recuerda En primer lugar, propia

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